Sora, Vibes y el plan secreto: la estrategia para monetizar tu feed con IA
Imagina que la próxima vez que abras Instagram, TikTok o cualquier aplicación social, te aparece un vídeo, no de un humano, sino generado por inteligencia artificial. Un vídeo que incluye tu rostro, tus gestos, tus amigos... Y mientras lo miras, te sugieren productos precisos, ofertas ultrasegmentadas, con una inercia tan natural que ni te das cuenta de que estás siendo vendido.
¿Te suena descabellado? Pues ya están empezando a construirlo.
OpenAI ha lanzado en app Sora, con funciones sociales. Meta contraataca con Vibes, su app de videos generados por IA. Lo que ellos pintan como innovación,lo vemos como un asalto a tu privacidad, a tu atención y, sobre todo, a tu mente.
En este artículo vamos a diseccionar esa transición que estamos viviendo: del chatbot como herramienta cool al chatbot convertido en canal publicitario disfrazado.
El contexto: más que “otra app de IA”:
Cuando escuchas “app social + IA”, tu mente piensa en filtros, efectos, entretenimiento... Pero aquí hay algo más profundo: el modelo de negocio.
Las redes sociales tradicionales ganan dinero mostrando anuncios. Ahora imagina que esos anuncios no vienen de marcas que pagaron por espacios genéricos, sino de sistemas que te conocen mejor que tú mismo. Que conocen tus pensamientos, tus dudas, tus deseos justo después de decirlos (aunque sea a un chatbot)…
Eso no es ciencia ficción: ya están tirando los cimientos.
OpenAI presenta Sora, una app iOS con motor de video IA + funciones sociales (feed, remix, compartir…)
Meta no se queda atrás y lanza Vibes, su app de video generado por IA y planea introducir publicidad y experiencias IA personalizadas basadas en interacciones con su chatbot.
En el proceso de registro de Sora piden que repitas frases, gires la cara, etc. Eso genera una autenticidad facial para su modelo de cameo.
Meta ha reservado permiso de usar cualquier dato que compartas con Meta AI para publicidad, mejora de sus modelos, lo que sea.
¿Resultado? Un ecosistema social donde tú eres el dato, el input, el combustible del motor que monetiza tu atención…
Lo que esconden Sora y Vibes: datos, persuasión, monetización:
El cameo facial y registro biométrico
En Sora te piden un video corto haciendo gestos, repitiendo frases, moviendo la cabeza. Eso tiene una doble función:
Verificar que seas quien dices ser (evitar suplantaciones)
Capturar información biométrica para que su modelo te reconozca en cualquier video generado.
Feed inteligente + contenido remixable:
Ambas apps te permiten:
Desplazarte por un feed de videos generados.
Remixar lo que ves: tú le pones estilo, música, efectos…
Compartir esos remixes con amigos, redes, etc.
YouTube, TikTok, Instagram ya tienen feed enganche, adictivo... Pero aquí la diferencia es que el contenido no está limitado a creadores humanos: es Inteligencia Artificial. Y cuando algo lo generas tú con tus datos, el sistema aprende de ti.
Interacción = combustible publicitario:
Cuando hablas con un chatbot, compartes ideas, dudas, miedos íntimos… Eso es oro puro.
Meta ya tiene licencia para usar esos datos como elija. OpenAI insiste en que no planea insertar publicidad en Sora, pero recuerda que negar hoy no excluye la posibilidad mañana.
El panorama:
Refinamiento ultradetallado de perfiles.
Ofertas ultra personalizadas.
Publicidad integrada en el flujo natural del uso, sin “banners” molestos.
Experiencias de IA que te “retienen” más tiempo (porque agradar = enganchar).
El riesgo de la persuasión oculta
La IA muestra y persuade. Puede sugerirte, insinuar, empujar... Y como muchos usuarios ya delegan pensamiento en estos sistemas (“¿qué me conviene hacer?”, etc.), la barrera entre sugerencia y orden suave se vuelve difusa.
Ya no basta con no ver publicidad, ya que puede que ni sepas que lo estás viendo. Lo aceptes sin darte cuenta.
Lo que pierdes cuando crees que “te diviertes”:
No es solo entretenimiento. Las apuestas que haces, mediante tu atención, tus datos, tu libertad mental…, son altísimas.
Privacidad sacrificada:
Una versión de ti será desconocida para ti, pero no para ellos. Todo lo que dices, todo lo que mezclas, todo lo que consumes: mapeado.
Y lo peor: no habrá contrato real. Solo términos de uso que nadie lee.
Economía de la atención:
Tu atención ya es el recurso más escaso. Si dejas que un algoritmo la monopolicie, empiezas a hipotecar decisiones. Compras que no hubieras hecho, tiempo que no volverá, enfoque que se disuelve.
Sesgos reforzados:
Una IA que te conoce demasiado bien te muestra más de lo mismo. No te reta, no te cuestiona, no te expande... Al revés: te limita.
Paradoja del cliente:
Imagínate que eres el anunciante. Tendrías acceso a una audiencia ideal: personas que ya mostraron interés íntimo, que dejaron pistas emocionales… Eso no es competencia justa; es un apalancamiento inmoral.
¿Quién puede competir contra eso? Solamente otra IA.
Y así, el ecosistema que parecía humano termina dominado por máquinas que comercian contigo.
La IA no es el enemigo. Tampoco es una varita mágica.
Como toda herramienta poderosa, depende de cómo la uses y de cuánto entiendas lo que ocurre detrás del telón.
Este artículo no busca asustarte, sino darte perspectiva... Mostrarte que estamos entrando en una nueva etapa donde no basta con usar tecnología: ahora hay que entenderla, cuestionarla y decidir cómo interactuar con ella.
Si eso resuena contigo, si valoras tener criterios claros en medio del ruido digital, este espacio es para ti.