¿Cómo usar la IA pareciendo más humanos?
Existe obsesión errónea hoy en día, y es la de usar la tecnología para parecer más inteligente, cuando lo que necesitamos es usarla para ser más humanos.
En los últimos años, la narrativa dominante ha sido la de la imitación: haz que la máquina piense como tú. Pero ese camino tiene un nombre: La Trampa de Turing (ensayo de Erik Brynjolfsson, de Standford) Y está vaciando de alma y diferenciación a miles de empresas.
La verdadera ventaja competitiva en la era de la IA no es imitar al humano, sino ampliar sus capacidades para crear valor nuevo y repartir poder. Esa es la alerta central del “The Turing Trap: The Promise & Peril of Human-Like Artificial Intelligence” de Erik Brynjolfsson: si orientamos la IA a sustituir, concentramos riqueza y decisiones; si la diseñamos para aumentar, creamos más oportunidades, productos y resiliencia social.
La obsesión por la IA “humano-parecida” (HLAI) nace del test de Turing y décadas de incentivos académicos y empresariales para replicar tareas humanas. El ensayo muestra cómo esta vía, aun elevando productividad, debilita el poder de negociación del trabajo y facilita la concentración de riqueza y decisiones en quien controla los modelos y datos. En cambio, la IA orientada a complementar al humano genera nuevas capacidades, productos y mercados.
La disyuntiva no es IA sí o no, sino automatización vs. augmentación. La historia económica sugiere que los mayores retornos provienen de crear nuevos bienes y servicios (no de abaratar lo existente) y de nuevas tareas que emergen cuando combinamos humanos + máquinas.
La trampa de Turing en el mundo real
Imagina que tienes un restaurante y, cansado de los camareros, los errores y los retrasos, decides sustituirlos por pantallas táctiles, sistemas de voz y robots que sirven las mesas. Todo parece perfecto hasta que un día los clientes dejan de venir. No fue el menú ni el precio: fue la experiencia, el calor humano que desapareció entre tanto silicio.
Esa es la Trampa de Turing: creer que reemplazar lo humano con tecnología es progreso, cuando en realidad estás destruyendo el valor que te diferenciaba.
Las decisiones que buscan eliminar lo humano suelen acabar arruinando lo que hacían único a tu negocio.
La alternativa ganadora: IA aumentativa
Erik Brynjolfsson, Director del Stanford Digital Economy Lab, lo llama “augmentación”: usar la IA como palanca, no como reemplazo. Y esto, para ti como empresario, emprendedor, empleado o profesional, cambia absolutamente todo.
La IA aumentativa no te quita poder: te da más.
No elimina trabajos: los transforma.
No busca parecerse a ti: te empuja a ser más tú.
Piénsalo así: tu ventaja está en entrenar la IA para amplificar tu inteligencia, tu intuición y tu impacto.
Framework práctico para implementar IA aumentativa
El método completo consta de 5 pasos accionables:
Paso 1: Detecta
Haz una lista de todas tus tareas semanales. Márcalas con tres etiquetas:
(M) Mecánicas.
(C) Creativas.
(H) Humanas.
Solo las “M” son candidatas a automatización.
Paso 2: Decide
Pregúntate: ¿esta tarea aporta valor diferencial al cliente?
Si no, IA.
Si sí, protégela.
Paso 3: Delega
Implementa herramientas IA específicas.
Ejemplo:
Contabilidad → QuickBooks AI.
Soporte → Intercom con GPT.
Contenido → ChatGPT + tu toque final.
Paso 4: Diseña
Crea un sistema híbrido: humano + máquina.
El humano supervisa, interpreta y mejora lo que la IA produce.
Paso 5: Domina
No basta con usar IA, hay que aprender a dirigirla (De ejecutor a orquestador: el cambio mental que definirá tu valor en los próximos 3 años)
Los que prosperarán serán os que integren mejor la integren en su cerebro operativo.
La IA que más dinero te da es la que te hace más humano
La revolución actual se mide por la capacidad de usar la Inteligencia Artificial sin perder la autenticidad.
No hace falta imitar a las máquinas, sino dirigirlas para amplificar el impacto de lo que somos capaces de hacer.
En un entorno donde muchos suenan iguales, quienes mantengan una voz genuinamente humana serán los que consigan conectar, liderar y permanecer.

